No es necesario tener ningún cacharro especial para hacer tu germinado propio. Basta con un bote de cristal al que le pondremos una gasa sujeta con una gomilla, ¡así de fácil!.
Proceso:
Remojamos toda la noche una cucharadita pequeña de alfalfa, soja lentejas, trigo, avena, garbanzos… o lo que se quiera germinar.
Por la mañana quitamos el agua a través de la gasa, dejamos dentro de un armario, por ejemplo en la despensa de la cocina, que se abre con frecuencia, así garantizamos que no se nos olvide regarlo 2 veces al día, no es necesario que esté en absoluta oscuridad.
Cuidando que no tenga mucha luz y ponemos algo debajo para que pase aire o se pudrirá. Hay que regarlo a diario, se hace sumergiendo la boca del bote en agua del grifo, escurrir y colocar el bote de nuevo boca abajo sobre la cuchara que pase el aire. No hay que tocar la gasa para nada, las raicillas se meten entre los hilos de la gasa y se sujetan así solas. Este proceso dura 8 ó 9 días, dependiendo de lo largos que queramos los brotes, tampoco dejar mucho tiempo y que se pongan amargos. Se pueden mezclar semillas, pero yo siempre pongo las del mismo tipo porque crecen parejos a la hora de consumirlas están igual de crecidas, con el mismo grosor y lo prefiero.
Los germinados tienen muchas propiedades: van bien para casi todo, tienen pocas calorías, contienen fibra y agua, ayudan contra el colesterol, muy ricos en clorofila que aporta grandes beneficios a nuestra sangre favoreciendo la producción de glóbulos rojos etc. Se toman crudos en ensaladas para sacarles el máximo rendimiento. Vamos cambiando de grano y siempre tendremos nuestros germinados frescos distintos y apetecibles!.